Ser consecuente

Oscar Wilde

Cuando una decide ser consecuente y guiar su vida en base a unos valores y unas reglas determinados, corre el riesgo de perder cosas muy buenas.

Al principio puede parecer absurdo, te puedes arrepentir y repetirte que estás siendo estúpida, pero a la larga ser consecuente siempre es la mejor opción.

Las últimas semanas he estado viviendo en una burbuja, parecía la protagonista de una historia de cuento. Me sentía una especie de Cenicienta o de Julia Roberts en ‘Pretty woman’ (obviando la parte prostituta del asunto). El problema es que yo no estaba enamorada del príncipe azul. Me sentía, más bien, su mejor amiga, con derecho a roce, sí, pero la magia se rompió cuando supe que él bebía los vientos por “su princesa”.

He sido honesta y consecuente, así que vuelvo a estar disponible. ¿He sido estúpida? Si fuera una persona superficial, de las que sueñan con sacrificar su dignidad por una vida de lujo, sin duda. Pero yo no volveré a sacrificar mi dignidad. No volveré a autoengañarme ni a engañar a quien confíe en mí, y mantener esa relación habría sido un engaño. No va conmigo; ya, no.

Quiero construir un relato sólido, que contraste con la mojigata que era, que sirva de ejemplo para mi hijo, no para que lo copie, sino para que crea de verdad en que el mejor camino es siempre el del respeto a uno mismo.

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Una parada en el camino para leerte...

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